Tuesday, January 22, 2008

TERTULIA SOBRE NOSOTRAS ¡Qué vivan las mujeres putas e inteligentes!




Hombres necios que acusáis...
Sor Juana Inés de La Cruz


Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia,
y luego con gravedad
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis con presunción necia
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos si os quieren bien.

Opinión, ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis,
que con desigual nivel
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues cómo ha de estar templada
a que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata ofende
y la que es fácil enfada?

Mas entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos enhorabuena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada
o el que ruega de caído?

¿O cuál es de más culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?

¿Pues para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después con más razón
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

Me Gustas Cuando Callas
Pablo Neruda

Me gustas cuando callas porque estas como ausente y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas estan llenas de mi alma emerges de las cosas llenas del alma mia. Mariposa de ensueño, te pareces a mi alma y te pareces a la palabra melancolia.
Me gustas cuando callas, y estas como distante y estas como quejandote, mariposa en arrullo Y me oyes desde lejos y mi voz no te alcanza: dejame que me calle en el silencio tuyo.
Dejame que te hable tambien con tu silencio claro como una lampara, simple como un anillo. Eres como la noche callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estas como ausente, distante y dolorosa como si hubieras muerto. Una palabra entonces, una sonrisa bastan. Y estoy alegre, de que no sea cierto.

Pudiera ser
ALFONSINA STORNI


Pudiera ser que todo lo que en verso he sentido
no fuera más que aquello que nunca pudo ser,
no fuera más que algo vedado y reprimido
de familia en familia, de mujer en mujer.
Dicen que en los solares de mi gente, medido
estaba todo aquello que se debía hacer...
Dicen que silenciosas las mujeres han sido
de mi casa materna... Ah, bien pudiera ser...
A veces en mi madre apuntaron antojos
de liberarse, pero, se le subió a los ojos
una honda amargura, y en la sombra lloró.
Y todo esto mordiente, vencido, mutilado,
todo esto que se hallaba en su alma encerrado,
pienso que sin quererlo lo he libertado yo.



TÚ ME QUIERES BLANCA
ALFONSINA STORNI

Tú me quieres alba,
Me quieres de espumas,
Me quieres de nácar.
Que sea azucena
Sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada

Ni un rayo de luna
Filtrado me haya.
Ni una margarita
Se diga mi hermana.
Tú me quieres nívea,
Tú me quieres blanca,
Tú me quieres alba.

Tú que hubiste todas
Las copas a mano,
De frutos y mieles
Los labios morados.
Tú que en el banquete
Cubierto de pámpanos
Dejaste las carnes
Festejando a Baco.
Tú que en los jardines
Negros del Engaño
Vestido de rojo
Corriste al Estrago.

Tú que el esqueleto
Conservas intacto
No sé todavía
Por cuáles milagros,
Me pretendes blanca
(Dios te lo perdone),
Me pretendes casta
(Dios te lo perdone),
¡Me pretendes alba!

Huye hacia los bosques,
Vete a la montaña;
Límpiate la boca;
Vive en las cabañas;
Toca con las manos
La tierra mojada;
Alimenta el cuerpo
Con raíz amarga;
Bebe de las rocas;
Duerme sobre escarcha;
Renueva tejidos
Con salitre y agua;
Habla con los pájaros
Y lévate al alba.
Y cuando las carnes
Te sean tornadas,
Y cuando hayas puesto
En ellas el alma
Que por las alcobas
Se quedó enredada,




Entonces, buen hombre,
Preténdeme blanca,
Preténdeme nívea,
Preténdeme casta.








Poesía no eres tú
Rosario Castellanos

Porque si tú existieras
tendría que existir yo también. Y eso es mentira.

Nada hay más que nosotros: la pareja,
los sexos conciliados en un hijo,
las dos cabezas juntas, pero no contemplándose
(para no convertir a nadie en un espejo)
sino mirando frente a sí, hacia el otro.

El otro: mediador, juez, equilibrio
entre opuestos, testigo,
nudo en el que se anuda lo que se había roto.

El otro, la mudez que pide voz
al que tiene la voz
y reclama el oído del que escucha.

El otro. Con el otro
la humanidad, el diálogo, la poesía, comienzan.













Sucede que me canso de ser mujer
Nicole Cecilia Delgado

“sucede que me canso de ser hombre…”
-Pablo Neruda

Sucede que me canso de ser mujer

Sucede que entro en las oficinas
empequeñecida, estereotípica,
que camino por las calles como si no existiera

sucede que me canso de ser sombra, de ser cuota
de estar siempre detrás de la cortina
y no existir tampoco en los cantos generales

sucede que me agota repetir el nombre,
que sea intercambiable mi apellido
sucede que me agobia dar explicaciones
sucede que me enrabian las miradas
sucede que me gasta ser vendida

sucede que me canso de mis caderas
de necesitar un seudónimo talla tres

y ser tetas gigantes por televisión

sucede que me canso de parecer débil
y que susurren los balcones si ando sola

el olor de la cebolla me hace llorar a gritos
y solo quiero un descanso de calderos y de cloro
solo quiero no ser mapo, sábanas ni escoba
ni pirámides de ropa sucia amontonada

sucede que me canso de ser mujer

sucede que me canso de los colores pálidos
de mi pelo,
de las faldas,
de los trajes,
de las flores,
de las pantallas y las pulseras

sucede que me canso de ser mujer
pero tal vez, si fuese hombre
no me cansaría







Sé buena. Es el secreto
Manuel Machado
I

Sé buena. Es el secreto. Llora, o ríe de veras.
Que se asome a tus ojos y a tus labios de grana
la ternura de tu corazón, sin las hueras
flores de trapo de la retórica vana.

¡Oh la sabiduría en amor! ¡Si tú vieras!...
Es tan corta, que linda con la tortura insana
de una pasión conceptuosa y sus maneras...
Sé buena. Es el secreto. Sé mi amante y mi hermana.

Con tus ojos azules y tu pelo de oro,
sé consecuente. El Ars Amandi da al olvido.
Quema tu alma en el ara del amor soberano.

No pretendas vencer. Ríndete. Y que el tesoro
de tu hermosura sea dulcemente ofrecido,
como al sediento un sorbo de agua pura en la mano.

II

Y en una dulce convalecencia, una mañana
limpia y azul como tus ojos, una
de esas mañanas de cristal y grana
que aun dejan ver el pulido semblante de la luna,

pasearemos la gloria -dulce paz sin victoria-
de nuestro amor tranquilo, bajo del claro cielo...
Y dirá el agua pura nuestra sencilla historia.
Y nuestras sombras débiles, juntas llevará el suelo.

El campo verde joven, bañado por la brisa,
movido así tan tenue por tu alocada risa
feliz, recorreremos. Y tú conmigo, sola,

en el paisaje inmenso, en el aire fragante,
divinamente mudo, me tenderás, amante,
tus rojos labios como una roja amapola.

No comments: